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24-09-2025
SANEAR LAS CUENCAS: EL PROYECTO SINALOENSE QUE BUSCA RECUPERAR EL AGUA Y PROTEGER LA SALUD
En un laboratorio del Instituto Tecnológico de Culiacán, un grupo de científicos trabaja desde hace más de una década en una misión tan silenciosa como crucial: recuperar las cuencas hidrológicas de Sinaloa.
Es un equipo liderado por Leonel Ernesto Amábilis Sosa,
Doctor en Ingeniería Ambiental, que busca no sólo sanear el agua, sino
devolverle al territorio sinaloense lo que ha perdido con los años: equilibrio
ambiental y salud.
"Una cuenca hidrológica es una región geográfica donde
todo lo que llueve fluye hacia el mismo cauce. Es el sistema que conecta las
montañas, las ciudades, los campos agrícolas y, finalmente, las bahías",
explica el doctor Amábilis, integrante del Sistema Sinaloense de Investigadores
y Tecnólogos de la Coordinación General para el Fomento a la Investigación
Científica e Innovación (CONFÍE).
Las cuencas están divididas en tres zonas: alta (donde están
las presas), media (zona urbana) y baja (áreas agrícolas y lagunas costeras).
Sin embargo, este sistema está profundamente dañado por el desgaste, la
contaminación y la sobreexplotación.
¿Cuál es la causa del desgaste de las cuencas?
La actividad agrícola intensiva, el uso desmedido de
plaguicidas y la contaminación urbana han dejado una huella tóxica.
"En nuestros estudios encontramos más de 100 productos
químicos en el agua, entre ellos plaguicidas prohibidos que aún persisten en el
suelo y se filtran a las lagunas", explica Amábilis Sosa.
A lo largo de 10 años, este equipo científico pudo encontrar
la presencia de 100 productos químicos que han contaminado las cuencas, entre
ellos 20 plaguicidas que se usan en la agricultura y, 10 de ellos, corresponden
a sustancias químicas prohibidas porque sus efectos son nocivos para los
humanos y el medio ambiente.
“No significa que se sigan usando”, aclara el científico
“sino que fueron tan estables químicamente que aún hoy se encuentran en la
tierra y se liberan poco a poco”.
Sin embargo, a esos químicos se suman plaguicidas más
recientes, como los organofosforados y piretroides, cuya presencia también fue
documentada en concentraciones preocupantes.
El equipo de investigación utilizó metodologías
internacionales de muestreo y análisis químico para llegar a estos resultados.
Las muestras se tomaron en distintas épocas del año para garantizar
representatividad climática y estadística, y luego fueron analizadas por
estudiantes e investigadores en el laboratorio de bioprocesos del Tecnológico
de Culiacán.
Esta rigurosidad científica logró un “diagnóstico
completo” de los contaminantes que llegan a las lagunas costeras y bahías,
muchas de ellas áreas naturales protegidas de importancia ecológica.
Además, se descubrió que los residuos químicos provenientes
de actividades agrícolas, ganaderas y urbanas se transportan desde la cuenca
alta hasta la baja, terminando en cuerpos de agua costeros. Esta trayectoria ha
permitido entender con mayor claridad cómo las prácticas humanas en tierra
firme tienen un impacto directo en la salud del ecosistema marino.
Estos hallazgos, según el Doctor Amábilis Sosa, son
fundamentales para diseñar soluciones específicas y localizadas que aborden el
problema desde su origen.
El inicio de la solución: el reúso de agua
El equipo del Instituto Tecnológico de Culiacán ha
desarrollado sistemas de tratamiento para aguas residuales que no solo eliminan
contaminantes, sino que permiten reutilizar el agua para riego agrícola,
incluso aportando nutrientes beneficiosos al suelo.
“Con esto, reducimos el uso de agroquímicos y, al mismo
tiempo, enfrentamos la sequía”, afirma Amábilis Sosa.
El proyecto no se ha quedado en los laboratorios. Los
hallazgos ya se han compartido con asociaciones agrícolas, distritos de riego y
autoridades como la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Incluso han sido
considerados en la propuesta de la nueva Ley de Cambio Climático.
La recuperación de las cuencas es una necesidad urgente. Y
aunque el financiamiento sigue siendo un reto, el científico sinaloense insiste
en que la clave está en combinar ciencia, voluntad política y conciencia
ciudadana.
“Lo que le ponemos a la tierra, tarde o temprano nos lo
devuelve”, advierte.




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