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INTELIGENCIA ARTIFICIAL: LA REVOLUCIÓN INVISIBLE QUE TRANSFORMA EL CONSUMO
¿Puede una máquina saber qué jugo vas a comprar el próximo
mes? ¿Tiene capacidad de sugerir una canción antes de que, incluso, sepas que
te gustará? La respuesta está en las repeticiones, los datos y la forma en que
la inteligencia artificial (IA) aprende de nosotros como si fuéramos espejos
frente a un sistema que nunca parpadea.
Desde la Universidad Autónoma de Sinaloa, el Doctor Humberto
Lara Félix -junto a los investigadores José Rosario Lara Salazar y Víctor
Manuel Misky Reyes- estudia la relación entre la IA y el consumo.
Este equipo desarrolló un estudio con el que propone no solo
una radiografía crítica del fenómeno en el uso de la Inteligencia Artificial,
sino también caminos posibles para su uso ético y constructivo.
La hipótesis de los investigadores era que había
desconocimiento y desconfianza en la IA, y al final de la investigación se
confirmó no solo esa afirmación, sino que hubo un cambio significativo durante
la pandemia de Covid-19, que las personas reaccionan mejor cuando los sistemas
operativos tienen nombres de animales o personas y que a partir de esas
adaptaciones surgió un nuevo miedo: ser reemplazado o reemplazada por una IA.
“Una IA no te va a contradecir. Refleja lo que tú ya piensas
o haces”, dice Lara, asegurando que “esa característica, más que un riesgo,
puede convertirse en una herramienta valiosa si sabemos cómo usarla”.
Un problema: la IA como espejo sin juicio propio
De acuerdo con la investigación, muchas personas aún
perciben a la inteligencia artificial como algo ajeno, frío y potencialmente
peligroso. En contextos como el de Sinaloa, la brecha digital y el
desconocimiento limitan su uso cotidiano, especialmente entre emprendedores,
docentes y pequeños negocios.
“La mayoría de la gente no sabe que puede usar Canva para
hacer diseños, Grammarly para mejorar su redacción o herramientas gratuitas
para planear campañas de marketing. La IA ya está ahí, pero no sabemos qué
preguntarle”, explica el académico, quien forma parte del Sistema Sinaloense de
Investigadores y Tecnólogos (SSIT).
Además, el temor a ser reemplazados por máquinas ha generado
resistencias emocionales y laborales.
“La IA ejecuta, no razona. Aún necesita vigilancia humana”,
recalca Lara Félix.
Una solución: Alfabetización tecnológica
Parte de la propuesta de este grupo de investigadores
consiste en alfabetizar en materia tecnológica para la acción, especialmente
desde las aulas.
Por ejemplo, en la Facultad de Contaduría y Administración
ya se tiene cursos para enseñar a los estudiantes cómo aplicar la IA en la vida
real: desde automatizar tareas de oficina hasta idear productos nuevos.
“Es importante tropicalizar el lenguaje y enseñar cómo hacer
peticiones claras”, sugiere Lara Félix, refiriéndose a modismos comunes de
Sinaloa, como la palabra “plebe”, que se refiere a personas jóvenes. Ese tipo
de lenguajes no serán compartidos por la IA, a menos que se haga una
programación específica.
En las clases se fomenta un enfoque de cocreación, donde el
estudiante no recibe respuestas pasivas de la IA, sino que las interpreta, las
ajusta, las cuestiona. Se trata de formar usuarios críticos, no solo
consumidores de tecnología.
Un desafío para nuevos mercados
La IA puede ser un aliado poderoso del emprendimiento:
permite diseñar sin saber diseño, redactar sin ser experto en sintaxis u
ortografía, así como analizar tendencias de consumo sin un equipo de
analistas.
Existen herramientas como Canva, ChatGPT, Copy.ai, Grammarly
o las funciones predictivas de redes sociales que están al alcance de cualquier
persona con conexión a internet, las cuales pueden leer bases de datos sobre
consumos.
Una estrategia sencilla para un restaurante, por ejemplo,
sería la de contabilizar el número de platillos que se consumen y clasificarlos
por tipo de platillo, tipo de comensal y los horarios con mayor número de
visitas.
Con un buen uso de IA con herramientas que puedan hacer un
análisis de datos profundo, se podrá conocer las tendencias de los consumidores
y así enfocar para atender las debilidades y amenazas.
Se pueden elaborar análisis cuantitativos, pero también
hacer perfiles cualitativos, como el tipo de sabores que se prefieren o el
perfil específico de quienes piden los platillos con mayor demanda.
“Es como un asistente incansable que puede trabajar 24/7,
pero que necesita instrucciones éticas, claras y humanas”, señala el
investigador.
¿Se puede emprender un negocio con IA de forma ética?
Para quienes están empezando en el uso de la IA, el Doctor
Lara Félix propone cinco principios éticos básicos que pueden ayudar, sobre
todo, a personas que buscan emprender negocios:
Respeta los derechos de autor: no uses marcas
registradas o imágenes protegidas sin permiso.
Sé claro en tus solicitudes: evita ambigüedades y usa
lenguaje directo.
Personaliza tus ideas: no copies y pegues lo que
otros hacen.
Supervisa los resultados: recuerda que la IA no
distingue entre lo correcto y lo incorrecto.
Piensa en el impacto: cada decisión tecnológica tiene
consecuencias sociales.
La IA no reemplazará a seres humanos
El gran giro de esta investigación está en desmitificar lo
que conlleva a los miedos humanos sobre el reemplazo: la inteligencia
artificial no podrá hacer lo que hace el ser humano, sino que amplifica sus
posibilidades, siempre que éste sepa guiarla.
Pero también advierte una situación importante de atender:
si todos le pedimos lo mismo a la IA, todos obtendremos lo mismo.
“La creatividad, la diferenciación, la propuesta de valor
podrían desaparecer bajo el efecto copia y pega”, asegura Lara Félix.
“(...) La IA no tiene conciencia. La conciencia es nuestra.
Y es ahí donde empieza la verdadera revolución”.
La solución, señala Lara Félix, está en formar nuevas
capacidades para hacer mejores preguntas, no solo buscar respuestas
automáticas.
Incluso, esa premisa lleva a la posibilidad para el
desarrollo de nuevas profesiones, desde diseñadores de prompts, analistas de
resultados o desarrolladores para programación de herramientas, hasta
vigilantes éticos de algoritmos.
La IA no reemplazará a los humanos, pero es importante
reconocer que se han dado pasos agigantados en la tecnología, por lo que no
utilizar esas herramientas podría ser una oportunidad para personas quieren
emprender negocios o fortalecerlos.
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