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CERVEZA Y SOSTENIBILIDAD: CIENTÍFICOS SINALOENSES TRANSFORMAN RESIDUOS EN ALIMENTOS Y ELECTRICIDAD
Sumario:
? La
cebada es un cereal empleado en la producción de cerveza, pero una vez
utilizado podría convertirse en otros productos comestibles con altos
contenidos nutricionales, y hasta para generar energía eléctrica
? Estudios
en científicos de Sinaloa demuestran que el afrecho, como es conocido el
residuo de la cerveza, puede tratarse para hacer otros productos para el campo
y la industria a través de gas natural
¿Quién no conoce
la cerveza? Esa bebida de cebada y alcohol que se consume para acompañar
alimentos o para celebrar. También es muy probable que conozca sus efectos
negativos en la salud si se bebe en exceso, pero lo que no sabía es que los
residuos que quedan luego de su producción pueden ayudar a crear mejores
alimentos y hasta a generar energía eléctrica.
En países como
Estados Unidos, el residuo de la cebada se ha convertido en objeto de estudio,
incluso, se utiliza para alimentar puercos y crear fertilizantes orgánicos,
pues se ha descubierto que esas son parte de las bondades que tiene una vez que
ya fue usada para hacer cerveza.
Y aunque en México
el camino aún es poco andado, han surgido estudios encabezados por científicos
sinaloenses que quieren convertir ese mismo ingrediente en una de las materias
primas más importantes para la alimentación y la producción de energía eléctrica.
Se trata de los
investigadores Eli Terán Cabanillas y Miguel Betancourt Lozano, quienes forman
parte del Sistema Sinaloense de Investigadores y Tecnólogos. Actualmente
trabajan en proyectos relacionados con desechos de cerveza para tratar de
aportar al modelo Residuo Cero de economía circular, que busca preservar la
naturaleza, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y reutilizar
la biomasa para darle valor.
“Lo que se quiere es encontrar alternativas
sustentables para un Residuo Cero, que haya una economía circular para que todo
subproducto de un producto principal pueda ser utilizado para otros procesos y
se aprovechen de alguna manera”, explica Terán Cabanillas.
Ambos proyectos
están en ciernes, pero ya han arrojado resultados que permiten saber que
estamos en las vísperas de nuevos productos que, próximamente, podríamos estar
observando en el mercado.
De los residuos a la comida nutritiva
La cervecera es
una de las industrias más fuertes en México. El Inegi la ubica en la posición
19 de 288 clases de actividades económicas.
Tan solo en lata,
en nuestro país se produjeron prácticamente 5 mil millones de litros de cerveza
de enero a noviembre de 2024, de acuerdo con el Banco de Información Económica
del mismo Inegi.
Hay cálculos que
establecen que por cada mil litros de cerveza se generan entre 200 y 300
kilogramos de desechos. Entonces, tendríamos que durante el año anterior se
produjeron, mínimo, entre 1 y 1.5 millones de toneladas de desechos.
“Gran parte de estos desechos se
desperdician, provocando una alta contaminación del agua y del suelo”,
describe Terán Cabanillas.
El ingrediente
principal es la cebada que, una vez utilizada, normalmente termina como
desperdicio, dejando pasar la oportunidad de convertirla en otro producto que,
a su vez, puede ser comercializado.
El Doctor Eli
Terán Cabanillas encabeza un equipo de investigadores de la Universidad
Autónoma de Sinaloa, del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo,
y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, decidió iniciar
experimentos con esos residuos en forma de comida para ratones, encontrando una
forma accesible y amable de poder aprovechar todas las posibilidades.
El principal
descubrimiento es que el afrecho —que es la cáscara de la cebada— puede
convertirse en harina con alto contenido de fibra y proteínas para hacer
tortillas, galletas y pan.
“Lo que hicimos
fue incorporar a dietas ricas en grasas que inducen obesidad en ratones, ¿y qué
pasa si tengo una dieta desbalanceada e hipercalórica e incorporo el desecho de
cervecería? Retraso y reduzco los efectos negativos de una dieta alta en grasas
o alta en azúcar”, aseguró.
“Esto tiene
efectos en la salud muy importantes, como un efecto prebiótico que regula la microbiota
intestinal, induciendo el crecimiento de bacterias benéficas que tienen
funciones para la salud en el organismo”.
La investigación
tiene un avance importante, ya se inició con pruebas para convertir esos
residuos de cebada en tortillas, un producto consumido por toda la población en
México, basándose en combinaciones con harina de maíz o trigo para lograr usar
almidones que, a su vez, hacen que la fibra del afrecho pueda consumirse en
alimentos suaves.
“Es una harina
cafecita y es porque contiene una alta cantidad de fibra y esta harina ya puede
ser utilizada para elaborar panes, tortillas, pastas, galletas, etcétera, pero
hay que tomar en cuenta que no tiene casi nada de almidón, casi nada de azúcar
y si yo quiero hacer tortillas con esta harina, va a quedar dura, se va a
quebrar fácilmente”, explicó.
“Lo que hemos
hecho es hacer harina en proporciones y con eso logramos incrementar los
perfiles de aminoácidos esenciales, logramos incrementar hasta un 50 por ciento
de fibra en las tortillas, incrementamos el nivel de antioxidantes, tenemos un
producto, desde el punto de vista nutricional, muy benéfico para la salud”.
El proceso de
producción de afrecho es sencillo. Una vez que está hecha la cerveza se debe
apartar la cebada que se usó y llevar los residuos a un área de secado. El
Doctor Terán Cabanillas y su equipo usan máquinas especiales que generan aire
caliente —que puede llegar hasta los 60 grados Celsius— hasta deshidratarla.
Una vez seco, el afrecho es llevado a una máquina trituradora para convertirla
en harina.
Los estudios aún
no han terminado porque hay dos fases en proceso, una que integra el uso de
hongos especiales para mejorar el contenido nutricional del afrecho y otra para
hacer experimentos de consumo con humanos.
“Ya tenemos
protocolos aceptados para los efectos en humanos para cuando sea consumido, es
un producto totalmente seguro, nosotros ya lo hemos consumido. Ahorita el
proyecto que tenemos es elaborar tortillas fortificadas de maíz principalmente,
pero también hemos hecho tortillas de harina de trigo fortificadas”, explicó.
“Hemos hecho
análisis sensoriales en humanos para ver si les gusta la textura, la sensación,
el sabor de las tortillas y vemos que incluso incrementa un poco el sabor como
más dulce y almendrado”.
Lo que se busca,
ha descrito el Doctor Terán Cabanillas, es que para finales de 2025 se cuente
con una serie de productos probados con cantidades específicas, cuyos
preparados permitan mejorar la vida de las personas a través de la comida.
El recibo de la luz y un vaso de cerveza
Si bien los
residuos de la cerveza pueden usarse para hacer comida con alto valor
nutricional, el potencial que tienen sus ingredientes también tiene otras
maneras de aprovecharse.
Actualmente, el
Doctor Miguel Betancourt Lozano realiza investigaciones para poder calcular la
cantidad de gas metano que pueden producir los desechos de la cerveza.
Ha comenzado con
la biomasa que deja la fabricación de la cerveza artesanal, pues su hipótesis
se basa en que pequeños establecimientos pueden convertirse en espacios
autosustentables, es decir, que usen sus mismos desechos para generar su propia
energía eléctrica y de calor.
“La idea es que
las empresas se den cuenta que los residuos tienen valor y que tirarlos es
tirar recursos”, señaló Betancourt Lozano.
“La idea es crear
un modelo de aprovechamiento de estos residuos que nos permitan validar el
modelo y que mande ese mensaje a las empresas, sobre todo a las generadoras de
residuos orgánicos que hay valor en esa biomasa”
El estudio se
lleva a cabo en la ciudad de Mazatlán, con una de las empresas de cerveza
artesanal más destacadas de Sinaloa. Ha logrado un acuerdo para producir
biocombustible, específicamente, gas metano.
“Cada cervecería
puede tener residuos diferentes, pero en general la cerveza genera residuos,
por ejemplo, se usan granos de malta y cebada para hacer un cocimiento inicial
y con ese cocimiento sacan todos los carbohidratos que eventualmente se van a
utilizar para hacer la cerveza”, explicó el investigador.
“El asunto es que
usan una buena cantidad de granos de cebada y una vez que los cocinan es el
primer residuo, es posiblemente el residuo más abundante”.
El bagazo, como
normalmente es conocido el residuo de este tipo de productos, puede ser un
contaminante del suelo y el agua por el exceso de nitrógeno, de metales pesados
y minerales que afectan el medio ambiente si no se tratan de manera
responsable.
Además de la
cebada, hay otros residuos que deja la producción de cerveza, como la malta y
el lúpulo, así como levadura que permite la fermentación para la cerveza.
Para limpiar las
afectaciones genera costos adicionales, por lo que la solución ha sido la de
encontrar nuevos usos de esos desperdicios.
“La apuesta con
nosotros es hacer la caracterización de cada uno de esos residuos en término de
cuándo y cuánto se produce para llevarlos a un bioproceso, es ahí donde
consideramos que está la clave del aprovechamiento”, aseguró.
El bioproceso que
utiliza el doctor Betancourt Lozano es la digestión anaeróbica, que trata de
exponer los residuos para convertirlos en insumos y pasarlos por un proceso de
fermentación sin oxígeno y así degradar la materia orgánica para producir el
gas metano.
“Ese gas es
inflamable y puede ser utilizado para producción de calor o para producción de
electricidad y gas vehicular. Ese gas es el que nos envían desde Estados Unidos
y nosotros tenemos la capacidad de producirlo con los residuos”, dijo.
Pero no es todo,
la producción de ese gas deja otros residuos que, a su vez, se pueden usar como
abono orgánico líquido conocido como “biol” o “bioles”, el cual se utiliza
comúnmente para mejorar el crecimiento de cultivos.
Cuando los
residuos de la cerveza o de cualquier otro producto orgánico son reutilizados —
como en este caso— se disminuye la huella de carbono, logrando evitar la
emisión de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento planetario.
El doctor
Betancourt Lozano advierte que se está a tiempo de poder evitar un desastre por
la gran cantidad de residuos, como los que se originan por la producción de
cerveza.
Al mismo tiempo,
dijo, es también un método que permite crear modelos para utilizarlo en otros
espacios y con otro tipo de biomasa, donde ya hay residuos que no están siendo
aprovechados y están generando gas metano de manera natural, provocando graves
daños al ambiente, pues está comprobado que ese elemento es 25 por ciento más
dañino para la atmósfera que el dióxido de carbono.
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¿Quién es Eli Terán Cabanillas?
Realizó sus
estudios de licenciatura en Químico Farmacéutico Biólogo en la Facultad de
Ciencias Químico-Biológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Posteriormente, trabajó en la Universidad de California, campus Davis, donde
llevó a cabo investigación en inmunología tumoral. Efectuó sus estudios de
maestría y doctorado en el Centro de Investigación en Alimentación y
Desarrollo, A.C. (CIAD) en la ciudad de Hermosillo, Sonora; sus investigaciones
de posgrado se enfocaron en evaluar los efectos de la obesidad en la respuesta
inmune innata. Al terminar sus estudios de doctorado, se incorporó a la
Facultad de Ciencias de la Nutrición y Gastronomía de la Universidad como
Profesor Investigador de Tiempo Completo, donde labora del 2015 a la fecha.
Durante el 2016 y 2017 realizó una estancia postdoctoral en el Weill Cornell
Medical College de la Universidad de Cornell de los Estados Unidos.
¿Quién es Miguel Betancourt Lozano?
Realizó sus
estudios de licenciatura en Biología Marina en la Universidad Autónoma de Baja
California Sur. Obtuvo una Maestría en Ciencias con aprobación de honores en el
Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR). Realizó un Doctorado
en el Institute of Aquaculture, University of Stirling, Escocia, Reino Unido,
con la tesis “Toxicidad interactiva de un fungicida derivado del triazol y un
plaguicida organofosforado en el camarón marino Litopenaeus vannamei”. Actualmente
trabaja en el Departamento de Acuacultura y Gestión Ambiental (Unidad Mazatlán)
del Centro de Investigación en
Alimentación y Desarrollo A.C. (CIAD)
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